La pérdida auditiva puede ser debida a causas muy diferentes. El origen más frecuente son los tapones de cerumen pero cualquier tipo de otitis la puede producir.
Es especialmente importante en los niños la otitis seromucosa, habitualmente consecuencia de cuadros catarrales o de la presencia de vegetaciones adenoideas hipertróficas, que puede originar problemas de retraso en el lenguaje y otitis crónica. Otras veces los niños presentan pérdidas neurosensoriales de la audición, difíciles de detectar y que son igualmente importantes de tratar para evitar o minimizar sus consecuencias a largo plazo.
En los adultos las causas más comunes son la pérdida auditiva debida a un exceso de ruido, la degeneración auditiva por la edad y la otosclerosis, una enfermedad producida por una alteración en la cadena de huesecillos del oído, que tiene un tratamiento quirúrgico para solucionarla